Venezuela Triste y Confundida Habla con su Padre

Mario Carruyo Rondón

Padre mío, creador del Universo, tú que me heredaste una extensión de tierra en la que depositaste con confianza todo tipos de riquezas, que me vestiste y adornaste con diversos paisajes y bellezas naturales, que me refrescaste con numerosos ríos, lagos y el mar Caribe que me une a mis hermanos. Recuerdo que durante mi niñez expresaste tu amor por todos tus hijos con absoluto desprendimiento, que nos atendiste y cuidaste, que nos enseñaste: el Respeto, el Agradecimiento, la Bondad, la Solidaridad, la Libertad, la Justicia, la Perseverancia, la Humildad, la Prudencia, la Honestidad, la Amistad, la Tolerancia, la Paz, la Fortaleza, el Trabajo, valores con los que crecimos dignamente dentro del hogar que formaste con nuestra hermosa Madre Tierra.

Hoy que soy una joven madre, que guardo adentro de mi ser a todos los hijos nacidos de mi vientre y a todos aquellos hijos de mis hermanos que con amor he acogido, a los que he bautizado por igual con el nombre de “Venezolanos”. Hijos a quienes he volcado todo mi amor, y a quienes he procurado criar con la misma dedicación y desprendimiento con el que tú nos criaste y a quienes he querido formar con los valores que tú nos enseñaste.

Padre, agradezco me escuches en estos momentos en los que durante las noches y los días de mi corazón y de mi alma, fluye una cascada de dudas sobre ¿en qué hemos faltado tus hijos durante la crianza de nuestros hijos? por cuanto he podido apreciar, que en la convivencia entre mis hijos venezolanos, se evidencia una actitud y proceder que se viste inescrupulosamente con un adornado egoísmo, sentimiento que enluta inmisericordemente todos los valores y los principios que tu sembraste dentro de mi ser. Este mal sano sentimiento, se ha propagado como un virus que arrasa la consciencia y el alma de todos los hijos de tus hijos, y que pone en peligro todos los hogares que pueblan a la Madre Tierra.

Reflexión que brota acompañada de una profunda tristeza y de un confuso sentimiento de culpa, de saberme responsable de la obra que tú con absoluta confianza me heredaste y a la que el egoísmo ha enfermado gravemente.

Mal sano sentimiento, que se pone en evidencia en casi todas las relaciones en las que interactúan mis hijos, sean de carácter político, social, económico y religioso.

Como ejemplo de ello tenemos en lo político: el registro histórico de la conducta enfermiza de aquellos hijos que se han servido del poder político para su propio beneficio y su perpetuación en el poder, con demagogia, con populismo y un enriquecimiento injustificado, conducta que ha venido efectuando la convivencia entre los venezolanos, por cuanto han sido violado sus derechos fundamentales.

En lo social: el deterioro general de los servicios sociales a través de los cuales, todos mis hijos pudieran satisfacer todos cuantos derechos humanos le son reconocido, los cuales por muchos años y por obra del egoísmo de mis propios hijos, le han sido negados a una gran mayoría de sus hermanos.

En lo económico: un marcado desequilibrio en la distribución de las riquezas que raya con lo criminal y delictual, considerando las consecuencias que se derivan por tan injusta distribución que define un marcado desequilibrio en la estructuración de la sociedad, encontrándonos con los hijos que cuentan y disponen con libertad y exceso de todos los derechos fundamentales, y que además todas y cuantas necesidades superfluas y banales sean de su propósito. Los hijos que medianamente pueden satisfaces sus derechos fundamentales y quienes cargan con el mayor peso social, los hijos que escasamente pueden satisfacer algunos de sus derechos fundamentales, hijos que su camino tortuoso por la vida se entrelaza con el hambre, la miseria el analfabetismo, la prostitución, el alcoholismo, la drogadicción, la promiscuidad, el abandono y la criminalidad en todas sus especies, a quienes el egoísmo de sus propios hermanos le arrebató su dignidad y prácticamente le negó toda posibilidad de emerger a esa condición de ciudadano, beneficiario de todos los derechos humanos reconocidos a todos nuestros hijos en tu obra.

En lo religioso: la proliferación de creencias religiosas, con contrastantes interpretaciones de tu obra por parte de mis hijos, con irreconciliables posturas que terminan excluyéndose las unas a las otras.

Esta vergonzosa realidad constituye la causa de mi tristeza, de mi confusión y de ese sentimiento de culpa, que al igual que yo, padre mío, mis hijos tienen alojado en su consciencia y en sus corazones y del que solo nos liberaremos con el “Perdón” y la “Redención” del egoísmo por la comprensión de tu obra y la disposición de todos los venezolanos de crecer y vivir dignamente, donde cada venezolano al procurar para sí y los suyos una vida digna, contribuya a su vez con el logro de la vida digna de sus hermanos, en paz y amor, en los unos por los otros como a ellos mismos.